Dos años han pasado desde que comenzamos a cubrir la fuente en el Hemiciclo donde los regidores debaten.
En el estreno el profesor Robert Vargas me instruir de la forma en que deberia comportarme… y seguro que los consejoa fueron bien recibidos… aun cuando siempre leia los calientes sucesos en esos encuentros tengo que reconocer que la realidad superó mil veces la decepción que sentía con las historias de su periódico digital.
Un regidor trabaja todo el tiempo, al menos, en teoría… atienden solicitudes, gestionan temas comunitarios, se leen los proyectos presentados, asisten a las comisiones… en teoría.
Se entiende que a los encuentros en el hemiciclo son para las conclusiones, dar a conocer los puntos en agenda, que brevemente se den opiniones y aprobar, desaprobar, dejar sobre la mesa los tópicos, pero los encuentros en el lugar se tornan una verdadera verguenza, algunos regidores aun no se les conoce su tono de voz, solo levantan la mano, otros quieren hablar de todo, irrespetan al presidente hasta el punto de guiar su agenda públicamente, se llega tarde, se comienza a la hora que quieren, implosionan los temas, se faltan el respeto mutuamente cuan show, entre risas, dejan mucho que desear.
Son nuestros legisladores locales e irrespetan la ciudad que les eligió, la que les paga sus sueldos, la que asiste a veces a ver los debates, esa que no sabe a que se dedican los regidores de Santo Domingo Este.
Es menester que se apuren en disciplinarse de frente a la proxima ronda donde el presidente será otro u otra que quien sabe, pueda imponer respeto.
Los debetes deben tener un orden, las comparecencias beben tener un tiempo y no ser como si estuvieran en una pasarela o en un casting a ver quien habla más bonito o quien demuestra tener más conocimientos de temas.
Seguro, a algunos no les tocan las críticas pero hasta esos son victimas o cómplices de la verguenza que son hoy los debates en el hemiciclo donde los legisladores locales, nuestros ediles, los honorables regidores, trazan el destino de nuestra ciudad.